libro "Los Telares del sol"
El Telar del Sol
Urdimbre de los siglos,
unas terrosas manos tejen
hilo por hilo
la vida permanente,
las guardas, los colores
de totales crepúsculos
y el milagro rocío
del día adolescente.
Hace quinientos años
el asombro fue mutuo:
"¡Di con el paraíso!",
escribió el Almirante
en su nao de niebla.
No supo, ni en la muerte,
que chocó con Andinia.
El oro encegueció
la búsqueda de Especias
y comenzó la muerte
su lóbrega tarea,
la conquista, el incendio
de las depredaciones,
pero el telar urdía
la vida que no cesa.
De Las Casas clamó
junto al padre Vitoria
Umbrosos capitanes
clavaron la Encomienda.
Desde la España clara
llegó la España negra.
El telar, tinto en sangre,
siguió con su tarea.
Telar de los Andinios
Nos imaginan pétreos,
tiempo petrificado y sin la rueda,
sin arcabuz ni fuego a la distancia
y sólo desnudez a la intemperie,
si es que nos imaginan.
Gente de todo al aire,
tetas en ristre, culos
y el sexo descubierto y manifiesto.
Lo escribieron así. Entraron por las islas
del lento mar Caribe a todo trópico.
Lo dice el Almirante alucinado
en su primera prosa y su delirio.
Ahí estaban las hembras,
las frutas opulentas
y algún adorno de oro colgado en la inocencia
totalmente amarilla.
Como si nada y nada fuera nada
nadearon todo lo que no sabían:
el aroma, el sabor, otras costumbres
de milenios de vida
y hollaron en un solo vasallaje
en la yema y la clara esta otra orilla,
la ecología de un jardín sin límites,
el siglo verde de la astrología.
A partir de ese día cuentan todo
y aún lo creen,
como suelen decir: a pie juntillas,
jamás se imaginaron que pisaban
la extensión del planeta
y que, hacia el silencio de las cumbres,
la rueda era inútil todavía.
No imaginar y no soñar la vida,
se paga con la vida.
Telar de la sangre
¿Qué hago con esta sangre de dos sangres?
¿Qué hago con el silicio que me habita?
¿Qué hago con estos pómulos de Huarpe
y esta barba telar y encanecida?
¿Y qué con mi memoria irreverente
que no quiere olvidar y que no olvida?
¿Y este idioma curtido a la intemperie
sobre el idioma muerto de mi raza?
¿Con esta antigüedad de antigua piedra
y la genealogía de mis padres?
¿Qué hago con este polvo enamorado
de mi palabra nueva en tu palabra?
Madre de pueblos, loca y fundadora,
¿por qué me habéis abandonado?
¿Dónde cayó el abuelo violador
que asesinó a mi abuelo milenario?
Y tengo que asumirte. Si te niego
seré el americano más cobarde.
Para saldar las cuentas del martirio
hay que aclarar las aguas.
Admitirte en la cruz del genocidio
y en la espada de sangre que es mi sangre.
Por las claras del día, madre ausente,
quiero verte la cara,
por trescientos millones de tu cría
y por quinientos años de olvidarnos.
De otro modo no vengas, si no vienes
a asumirte en la sangre de tu sangre.
Mis hembras han tejido en su paciencia,
telar continental, todas las sangres.
Nacimiento
21 de abril de 1929
Bandera de Argentina Mendoza, Argentina
Fallecimiento
3 de noviembre de 1992 (63 años)
Bandera de Argentina Buenos Aires, Argentina
Nacionalidad
Argentina
Información profesional
Ocupación
poeta, letrista, escritor, locutor, político
Años activo
1950-1992
Género
Folklore argentino y latinoamericano
Obras notables
Canción con todos.
https://es.wikipedia.org/wiki/Armando_Tejada_G%C3%B3mez